Vivienda urbana: entra la canibalización y la mercancía
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Vivienda urbana: entra la canibalización y la mercancía
Merata Kawharu, académica de la University of Otago, de Nueva Zelanda, expuso su proyecto Pa to Plate en el Quinto Congreso Internacional en Hábitat y Sustentabilidad del ITESO.
Óliver Zazueta y Montserrat Muñoz
La alimentación no es solo sustento. Contiene capas de historia. Es portadora de relatos y de conocimiento basado en el lugar y en las relaciones interconectadas entre las personas y la tierra.
Esta concepción es la que subyace en el proyecto Pa to Plate en el que participa Merata Kawharu, académica de la University of Otago, quien expuso un poco de los principios que componen esta iniciativa de la comunidad maorí en Nueva Zelanda en la marco del Quinto Congreso Internacional en Hábitat y Sustentabilidad: Futuros Posibles más allá del 2030, que cobijó el ITESO, con la conferencia “Conectando con la soberanía alimentaria. Pueblos indígenas y urbanización. Perspectivas desde Nueva Zelanda”.
Este es un modelo de empresa social y micromercado que involucra y empodera a los hau kainga ahi ka (comunidades marae locales) y a sus descendientes no ahi-ka (no locales) conectando los productos de la tierra (pa) con los consumidores (plato).
Este esquema de economía circular es un sistema centrado en la filosofía whakapapa (genealogía) un¿concepto maorí que va más allá de la ascendencia biológica, pues manifiesta como un principio fundamental de esta cultura, explicando la organización social y política, y las conexiones entre las personas, la familia, la tribu y el mundo natural y espiritual.¿
“Se trata de la regeneración de las economías sostenibles. La revitalización de las relaciones entre las personas y el lugar. Y la recuperación de narrativas sobre la comida, la tierra, la pertenencia y la identidad. Lo que estamos haciendo es, en última instancia, una historia de cómo los valores indígenas pueden dar forma a una empresa económica”, explicó Kawharu, quien es doctora en Antropología Social por la Universidad de Oxford.
El proyecto se enfoca en cultivar alimentos integrales en las tierras ancestrales y en motivar a las personas, ciudades y pueblos a reconectarse con esta fuente de alimento. “Si todo esto puede suceder, unas vidas más saludables y la prosperidad económica se convierten en posibilidades reales”.
La investigadora ha trabajado varios años en proyectos sobre emprendimiento en la comunidad maorí. Este en especial tiene que ver con otra idea, kia whakatomuri te haere whakamua, esto es “retroceder hacia el futuro”. Dar un paso hacia atrás hacia modelos menos depredadores, con la intención de tener un porvenir más equilibrado.
“No hay rincón del mundo intacto. En este congreso hemos hablado de la crisis climática y sus causas. De la globalización de los mercados, del capitalismo extractivo y la expansión industrial. Vemos la degradación de los ecosistemas y la aceleración de la pérdida de especies. Somos testigos de la inestabilidad política, del aumento de los costos de los alimentos y la creciente inseguridad alimentaria”, mencionó.
Desde hace siete años que comenzó esta iniciativa, la idea central ha sido llevar comida de las tierras rurales a los descendientes maoríes, donde sea que vivan, buscando ser una empresa con presencia social. Sobre todo, ante la evidencia de la pérdida de indicadores ambientales tradicionales que señalaban el momento adecuado para plantar o cosechar, incluso para pescar.
“La mayor parte de ese conocimiento ha desaparecido con las generaciones anteriores. Otro problema que enfrentamos es que la mayor parte de nuestra población, probablemente 90 por ciento, se ha mudado a centros urbanos. El cambio climático también alteró las señales ecológicas y el conocimiento estacional arraigado”, añadió.
Para cumplir su cometido, utilizan recursos no sólo primigenios como la tradición oral o el rescate de archivos públicos, sino también herramientas como la IA para reunir múltiples fuentes de datos, combinando la ciencia ambiental indígena con conjuntos de datos ambientales y climáticos nacionales, para apoyar el monitoreo local, la proyección y la planificación.
“Podemos mapear estas dimensiones en lo que llamamos una matriz superior para diseñar el sistema alimentario adecuado, las condiciones económicas, ambientales, climáticas y sociales, y la relación con la comunidad. Todo se prueba y se adapta mediante el seguimiento de los cambios estacionales, el seguimiento de las técnicas de siembra y cosecha, y el monitoreo del comportamiento de las especies”, añadió.
“Estamos tratando de determinar qué será resiliente al clima para la próxima generación o dos. Ahí es donde la ciencia occidental puede ayudarnos. La siguiente etapa es pensar en nuestros alimentos tradicionales provenientes de bosques y vías fluviales, y en sus adaptaciones. Los alimentos frescos se distribuyen a las comunidades locales, luego a los que viven en distritos cercanos, y finalmente a los descendientes urbanos. Así que reconecta a tres capas maoríes y la sociedad”, dijo.
La académica explicó que hay alrededor de 780 comunidades rurales de origen étnico y que el proyecto trabaja con una docena de ellas en la zona norte neozelandesa.
Futuro armonioso con la naturaleza
El Quinto Congreso Internacional en Hábitat y Sustentabilidad fue inaugurado por Alexander Zatyrka Pacheco, SJ, rector del ITESO, quien aplaudió el interés por enderezar el rumbo en materia de sustentabilidad, a través del fortalecimiento de alianzas y la colaboración entre actores de diferentes sectores y nacionalidades.
“Queremos pensar en un futuro en el que se asegure no sólo la subsistencia de todos los seres vivos, sino que se garantice su desarrollo pleno con dignidad y armonía con la naturaleza”, señaló el Rector.
Invitó a mantener el optimismo a pesar de la predominancia de un modelo de desarrollo consumista, que ha favorecido la sobreexplotación de recursos y derivado en crisis de índole hídrica, energética y alimentaria, además de haber desencadenado nuevos movimientos de migración forzada y pobreza.

Este congreso es organizado por el Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU) del ITESO, en colaboración con la¿Red Universitaria Internacional Routes Toward Sustainability y con el apoyo del¿Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del Estado de Jalisco (Coecytjal).
Gianfranco Franz, co–coordinador de la Red Universitaria Internacional Routes Toward Sustainability, señaló que este encuentro puede ser punto de partida para acuñar nuevas posibilidades y conceptos que vayan más allá del término sustentabilidad.

“Tenemos la oportunidad de imaginar como avanzar, cómo innovar. El mundo está cambiando y no siempre en la mejor dirección. Tenemos que ampliar lo que hagamos como académicos en la formación de los jóvenes”, apuntó el también académico de la Universidad de Ferrara, Italia.
Catalina Morfín López, directora general académica del ITESO, agradeció a los participantes de este congreso estar dispuestos al diálogo y a la colaboración, con miras a reconocer los problemas de la actualidad y trabajar en posibles soluciones.

Gil Humberto Ochoa González, director del DHDU, celebró que a través de este encuentro se reflejen algunas de las funciones sustantivas del ITESO para contribuir a la transformación de la realidad desde una perspectiva ética, crítica y comprometida con la justicia socioambiental.
“Los reunidos aquí compartimos una convicción: la sustentabilidad es una apuesta urgente y necesaria. Que este espacio nos inspire a seguir trabajando por hábitats más justos, sostenibles y dignos para todos”, dijo.

En el Quinto¿Congreso Internacional en Hábitat y Sustentabilidad participaron más de 250 personas de 15 países y de 20 estados de la República Mexicana. El programa comprendió ocho conferencias magistrales, cuatro conversatorios, seis talleres, 17 mesas temáticas, 38 trabajos multimedia de estudiantes de posgrado y la exposición del primer concurso de cartel en hábitat y sustentabilidad, con 60 trabajos seleccionados de entre 316 de 36 países.
Estuvieron también en el presídium Ana Elena Builes Vélez, coordinadora de Postgrados e Investigación de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín; Emma Morales García de Alba, coordinadora del Doctorado en Hábitat y Sustentabilidad, y Edith Villalobos Martínez, como representante de Alumnos de las Maestrías del DHDU.
Como en anteriores ediciones del Congreso y otras actividades realizadas en el ITESO, se estará midiendo el impacto ambiental de este encuentro internacional, con indicadores relativos a la huella de carbono como consumo de agua, movilidad, consumo energético y generación de residuos. Este ejercicio es parte del compromiso de la universidad por medir, comprender y mitigar el impacto de actividades masivas, con el fin de promover prácticas más sostenibles y responsables.
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