Satélite del ITESO viaja con la NASA
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Satélite del ITESO viaja con la NASA
Un satélite diseñado por estudiantes, egresados y profesores del ITESO, en colaboración con el IPN y la UNAM, ya ha realizado tres vuelos suborbitales con la NASA. Se espera que este 2025 vuelva a despegar.
Diana Alonso
El ITESAT es un cubo de metal que se puede sostener en la palma de la mano. A simple vista parece pequeño, pero soporta la intensidad de subir y caer de la estratósfera a más de 50 kilómetros de altura. Sus componentes son resultado de años de investigación y es capaz de guardar y transmitir información del ambiente lejos de la tierra.
“Buscamos desarrollar dispositivos espaciales, como satélites, con una misión en específico. El primer objetivo del ITESAT es que esté en órbita, que todos sus sistemas estén funcionando y que nos podamos comunicar con él”, señaló Luis Rizo Domínguez, coordinador de la Especialidad en Sistemas Embebidos, quien está al frente de las actividades del ITESO en torno a este proyecto.
Su origen se remonta a 2022, cuando estudiantes, egresados y académicos del ITESO se integraron al proyecto Módulo Experimental para el Diseño Iterativo de Subsistemas Satelitales, o por sus siglas en inglés (EMIDSS), liderado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en el que también participa la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El objetivo de este equipo interuniversitario es el desarrollo de tecnologías y la experimentación entre los límites de la atmósfera y el espacio. Todo esto bajo rigurosos estándares y evaluaciones del Programa de Globos Científicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés).
Fue en la misión de ese año, FY22-FTS, que el ITESO diseñó una computadora de vuelo que pudiera reconfigurarse durante el viaje y un software especializado que hizo posible que la estación suborbital EMIDSS-3 se elevara y recabara información del ambiente. En ella también se llevó una carga útil secundaria, que permitió evaluar el rendimiento de aparatos electrónicos en esas condiciones. Este fue el primer paso en el desarrollo del ITESAT.
“La mayoría de los dispositivos funcionan entre -20 y 60 grados centígrados. Allá arriba están expuestos a -50 grados centígrados y hasta unos 150 grados centígrados. La presión atmosférica es al vacío. Hay cero humedad y se está expuesto a la radiación. Lo que nos protege aquí es la capa de ozono, gracias a ella nos llega luz, pero no partículas de radiación, el impacto de una puede hacer que se queme un transistor”, mencionó Rizo.
En 2023 se implementó un sistema embebido (sistema de cómputo cuyos componentes se integran en una tarjeta o placa madre) que contó con un microprocesador de grado automotriz proporcionado por la empresa NXP. “Algo clave es la vinculación con la industria. También se han realizado pruebas con Continental”, añadió. Esto le brindó más soporte a la computadora del módulo EMIDSS-4 que, como en todas las misiones, se elevó gracias a un globo científico del tamaño de un estadio de fútbol.
Llegar a ser parte de una misión de la NASA no es sencillo, ya que para el lanzamiento se tienen requerimientos estrictos: “Las propuestas se envían en diciembre. Ellos la aprueban en el mes de febrero [...], en marzo se hace una iteración aquí en el campus con el ITESAT. Después la UNAM y el IPN vienen a nuestros laboratorios en mayo y julio. Se hace otra prueba en la NASA y finalmente se hace el lanzamiento a principios de agosto”.
Así resume meses de trabajo y de iteraciones, es decir, repetidos experimentos de prueba y error para garantizar el funcionamiento de los dispositivos durante el vuelo.
Fue hasta 2024 que el CubeSat, ITESAT llegó a la estratósfera, a más de 55 kilómetros de altura, durante el módulo EMIDSS-5, y recorrió 330 kilómetros. Salió de la estación de la NASA en Fort Sumner, New Mexico. En él estaban integrados dispositivos de regulación de voltaje, sensores ambientales capaces de medir el ozono, el metano, la temperatura y GPS. También se probó su memoria, estructura y nuevas baterías.
“En uno de los viajes nos dimos cuenta de que la Universidad de Virginia traía unas baterías chiquitas. Nos dimos cuenta de que eran las que usan los vapeadores”, dijo contento, puesto que resultaron más económicas que las baterías de grado espacial.
En el proyecto colaboran alrededor de 40 personas de la comunidad universitaria, como estudiantes de las ingenierías Electrónica, Mecánica y en Desarrollo de Software; de la Especialidad en Sistemas Embebidos, la Maestría en Diseño Electrónico, así como egresados de estos mismos programas.
Rizo compartió que el último vuelo fue exitoso y todo el equipo espera participar en la siguiente misión con el módulo EMIDSS-7 en agosto de este año, en el que se implementará al ITESAT un transmisor de 835 kilómetros.
“El ITESO facilita muchos laboratorios y muchas oportunidades. Es una invitación abierta a quien le apasione el tema”.
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