Calidad académica internacional bajo la lupa
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Calidad académica internacional bajo la lupa
Catalina Morfín, directora general académica del ITESO, destacó que cada universidad debe definir la excelencia en sus propios términos, durante la presentación del libro "En busca de la calidad académica", editado por el Fondo de Cultura Económica.
Adriana López-Acosta
Las instituciones de educación superior no sólo se rigen por la educación. Hay cuestiones como la masificación, la globalización, la mercantilización y la estandarización que han favorecido la proliferación de universidades, pero también son factor clave para la elaboración de políticas públicas y para la regulación de los estándares académicos.
En busca de la calidad académica, libro de Catherine Paradeise y Jean Claude Thoenig, editado por el Fondo de Cultura Económica, intenta desenmarañar la telaraña de clasificaciones, índices y rankings, los cuales comparan ofertas en un mercado artificialmente homogéneo.
En el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, el texto se presentó el domingo 26 de noviembre en el salón Mariano Azuela, con la presencia de los autores. Catalina Morfín, directora general Académica del ITESO, fue invitada a comentar sobre este texto, al igual que Tonatiuh Bravo, rector de la Universidad de Guadalajara, y Enrique Cabrero, director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Según explicaron los autores, desde el inicio de 2000 existe una revolución en el mundo de la enseñanza superior, debido, sobre todo, a la masificación de estudiantes en el mundo, su movilidad y la aparición de élites académicas, soportadas por rankings internacionales, que aplauden a unas y excluyen a otras.
"Una sociedad basada en conocimiento y educación universitaria es considerada un motor de la modernización. Entonces, hay que llevar recursos para posicionar al país", explicó Catherine Paradeise.
"Por ello, hay una medición de productividad académica que resulta en una concentración de recursos que deja a otras instituciones fuera; porque, claro, quienes tienen mayor poder adquisitivo jalarán mejor el recurso", añadió.
El libro, además de intentar explicar este cambio de paradigma en la educación superior, se propone medir y comparar a 27 universidades en Europa, por su reputación y excelencia académica.
El término de excelencia, admitieron los autores, es difícil, porque este implica estratificación y comercialización
Catalina Morfín destacó que esta aparición de clasificaciones, índices y rankings ha propiciado, por un lado, la tendencia a la mejora en ciertos indicadores que favorecen la calidad académica, pero por otro, "resulta contradictorio realizar una comparación equitativa de ofertas en un mercado artificialmente homogéneo. En ciertos casos, el afán competitivo también ha propiciado que algunas instituciones realicen prácticas desleales y de simulación con el afán de obtener recursos económicos o de subir artificialmente los puntajes globales, sin que esto se traduzca en una mejora real".
Desde la perspectiva de los autores, explicó la directora, no son las fuerzas globales de la economía, la cultura o las políticas públicas las que determinarán la evolución de las universidades, sino que "los logros de calidad son una consecuencia de cómo las formas organizacionales y los procesos sociales combinan recursos para producirlos y evaluarlos, y así conseguir la compatibilidad entre las normas académicas o profesionales y los requisitos institucionales o administrativos".
"Este libro impulsa a repensarnos como universidad y a disponernos a hacer cambios profundos tanto en la concepción misma de la educación superior como de sus funciones", declaró Morfín, quien agregó que "cada universidad habrá de definir la excelencia en sus propios términos. No hay un solo modelo que funcione para todos, sino muchos tipos diferentes de excelencia".
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